24 de abril de 1916: hacia South Georgia

«Era necesario realizar un viaje en barco en busca de rescate, y no debía demorarse. Esa conclusión se me impuso a la fuerza.» (Sur, p. 266).

Con esta frase Ernest Shackleton mostró una vez más una de sus cualidades para el éxito y el liderazgo: la conciencia. Había pasado apenas una semana desde su establecimiento en Cabo Wild, pero Shackleton enseguida se dio cuenta de que, a pesar de la aparente seguridad que proporcionaba la tierra firme, si se quedaban allí morirían. Isla Elefante es una roca perdida en medio del océano que no les ofrecía ninguna esperanza de supervivencia, máxime cuando no había posibilidad alguna de que nadie fuera a rescatarles.

El plan que ideó fue tan simple como descabellado: tomar el más grande de sus botes salvavidas, el James Caird -de tan solo seis metros de eslora- e intentar llegar a South Georgia, en un increíble periplo de 1.300 kilómetros. Con algunos restos le construirían una cubierta y un aparejo de fortuna, lo lastrarían con rocas para mejorar su navegabilidad, y cargarían provisiones para un mes.

Frank Worsley, Tom Crean, John Vincent, Timothy McCarthy y Harry McNish serían los elegidos para acompañar a Shackleton en el que, aún hoy, es el viaje en bote más arriesgado de toda la historia de la navegación.

 

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